LA CANTANTE CALVA
Autor: Eugene Ionesco.
Páginas: 99.
Editorial: Alianza Editorial.
SINOPSIS
La cantante calva nos muestra un diálogo de lo más cotidiano entre la señora y el señor Smith, a los que se unen poco después al señor y la señora Martin, así como la criada Mary y el capitán de bomberos. Lo realmente llamativo acerca de esta obra de teatro es lo ridículo que resultan sus diálogos, ya que es teatro de lo absurdo.
TEMA
Realmente al presentar diálogos totalmente absurdos me resulta muy difícil encontrar un verdadero tema, pero si tuviese que decir uno, este sería la incoherencia que se adquiere con la monotonía de la rutina. La cantante calva es una obra de género teatral, de teatro de lo absurdo.
JUICIO PERSONAL
Lei esta obra con mucha rapidez y me resultó muy amena y entretenida, además de súper divertida. A lo mejor me hubiese gustado más que esta presentase un tema sobre el cual reflexionar; pero todo lo demás me encanta. Soy fan sobre todo del primer diálogo del señor y la señora Martin esperando al matrimonio Smith:
SR. MARTIN (el diálogo que sigue debe ser dicho con una voz lánguida, monótona, un poco
cantante, nada matizada):
– Discúlpeme, señora, pero me parece, si no me engaño, que la he encontrado ya en alguna
parte.
SRA. MARTIN:
– A mí también me parece, señor, que lo he encontrado ya en alguna parte.
SR. MARTIN:
– ¿No la habré visto, señora, en Manchester, por casualidad?
SRA. MARTIN:
– Es muy posible. Yo soy originaria de la ciudad de Manchester. Pero no recuerdo muy bien,
señor, no podría afirmar si lo he visto allí o no.
SR. MARTIN:
– ¡Dios mío, qué curioso! ¡Yo también soy originario de la ciudad de Manchester!
Este diálogo sigue durante unas pocas páginas hasta que...
SRA. MARTIN:
– ¡Qué coincidencia, Dios mío, qué coincidencia! Mi dormitorio tiene también una cama con
un edredón verde y se encuentra en el fondo del pasillo, entre los retretes y la biblioteca, mi
estimado señor.
SR. MARTIN:
– ¡Es extraño, curioso, extraño! Entonces, señora, vivimos en la misma habitación y
dormimos en la misma cama, estimada señora. ¡Quizá sea en ella donde nos hemos visto! (...) Entonces, estimada señora, creo que ya no cabe duda, nos hemos visto ya y usted es mi
propia esposa. . . ¡Isabel, te he vuelto a encontrar!